Blogia
Historia de la Música

Wolfgang Amadeus Mozart (segunda parte)

Wolfgang Amadeus Mozart (segunda parte)

Wolfgang Amadeus Mozart  (continuación)

.

En julio de 1763, emprendieron los Mozart una nueva gira. Pero esta vez, Leopoldo decidió que se viajaría lujosamente, en elegante carruaje, hospedándose en buenos hoteles y huyendo de las relaciones que pudiesen comprometerlos. El niño gozaba de estos viajes con intensa alegría. Visitaron Munich, Augsburgo, Maguncia, Mannheim, Coblenza, Colonia, Aquisgrán, Bruselas, hasta que llegaron a París en noviembre de ese mismo año; en esta ciudad permanecieron algunos meses, causando, como en todas partes, una gran admiración y recibiendo numerosos agasajos; fue allí donde se publicaron las primeras cuatro sonatas de Mozart, dedicadas a la princesa Victoirie de Francia. A Inglaterra llegaron el 4 de abril de 1764: igual que en Viena y París, en Londres tocaron ante la presencia del rey, Jorge III, de la reina Sofía Carlota de Mecklemburgo, y de los nobles. El hijo menor de Juan Sebastián Bach, Juan Cristián, que era maestro de la corte, propuso al niño una serie de dificultades que éste resolvió muy fácilmente. En Londres hubieron de permanecer 15 meses por enfermedad de Leopoldo: pero este tiempo lo aprovechó Mozart dando numerosos conciertos y cultivando una estrecha amistad con Juan Cristián Bach, de quien recibió provechosas enseñanzas "se cuenta una bella escena en que el niño, sentado en las rodillas del maestro ante el clavecín, improvisaba alternando con él, cogiendo al vuelo su pensamiento, siguiéndolo y modificándolo a su gusto..." (Henri de Curzon: Mozart)

.

  Abandonaron Inglaterra el 1º de agosto de 1765: en Francia visitaron algunas ciudades, pero en Lila, hubieron de quedarse un mes por enfermedad de Mozart. Después fueron a La Haya, donde María Ana enfermó también, al mismo tiempo que su hermano recaía. Al cabo de cuatro meses volvieron a París, y de regreso a Salzburgo, donde llegaron en noviembre de 1766, pasaron por Dijon, Berna, Zürich, Ulm y Munich. En septiembre de 1767 volvieron a Viena. Pero una epidemia de viruela los hizo refugiarse en Olmütz, donde los niños contrajeron la enfermedad. Nuevamente en Viena, enero de 1768, Mozart recibió el encargo del emperador de escribir una ópera, "La finta semplice", que tuvo la virtud de desencadenar las envidias y las calumnias de esa ciudad: se decía que tal obra no había sido compuesta por el pequeño, sino por su padre. En vano Mozart trató de demostrar lo contrario prestándose a poner música a cualquier texto que se le presentase: el resultado fue que la ópera no llegó a representarse. 

.

Otras obras fueron compuestas en el mismo año, entre ellas la ópera "Sebastián y Sebastiana", un concierto para trompeta, una Misa Solemne y una sinfonía en re menor. Al año siguiente, 1769, el arzobispo de Salzburgo lo nombró maestro de capilla: entonces compone otras dos misas, un Te Deum y otras pequeñas piezas. En diciembre de ese mismo año emprende, con su padre, el viaje a Italia: este tiene características triunfales: Verona Mantua, Florencia, Roma, Nápoles, etc., fueron visitadas. En Milán se le hace una recepción sin precedente; la población lo recibió con aplausos. Los maestros famosos: Sammartini, el P. Martini, lo someten a pruebas musicales, y al salir triunfante, todas las academias le abren sus puertas, los poetas le dedican versos, se acuñan medallas conmemorativas, etc. Al escuchar el "Miserere" de Allegri, en la Capilla Sixtina, lo escribe de memoria y el Papa Clemente XIV, al ser enterado de esta hazaña lo hacer comparecer ante él y como reconocimiento a su genialidad le confiere la dignidad de "Caballero de la Espuela de oro".

.

En el mismo año, 1770, se estrenó en Milán su ópera "Mitridate", que fue representada 20 noches consecutivas con gran éxito. El trabajo al que se sometió en Italia hubiese sido agotador para cualquiera que no tuvieses sus facultades: continuamente tocaba, escribía e improvisaba sobre "temas" y textos que le proporcionaba: Mozart lo realizaba como quien está jugando. Regresó a Salzburgo por breve tiempo, para volver a Milán para el estreno de su ópera "Lucio Silla" en 1772. Compone para el matrimonio del archiduque Fernando y de la princesa Beatriz de Módena, la cantata "Ascanto in Alba". Al morir el arzobispo de Salzburgo escribe, para la recepción del sucesor, una cantata titulada "El suelo de Escipión". El nuevo dignatario, Jerónimo Colloredo, no tuvo para Mozart las complacencias que su predecesor, Segismundo: razón por la cual se vio obligado a renunciar, en el año de 1781.

.

En los años siguientes escribe gran número de obras, entre ellas la ópera "La finta giardiniera". Sin embargo, su situación económica era precaria y deseaba obtener una plaza fija que le diese tranquilidad. Ofreció sus servicios al elector de Munich, en condiciones insuperables, pues se comprometía a escribir cuatro óperas por año y a tocar todos los días por un sueldo de 500 florines; pero el elector no aceptó aduciendo que aún no tenía suficiente renombre. Con igual propósito se dirigió a Augsburgo y a Mannheim, donde encontró la misma negativa. Decide ir a París, aun cuando su amor por Aloysia Weber estuvo a punto de hacer fracasar este propósito, lográndolo al fin gracias a la intervención de su padre: llegó a esa ciudad, acompañado de su madre, el 3 de julio de 1778. Pero esta vez no tuvo la misma favorable acogida, pues la atención del público estaba aún empeñada en la lucha de "gluckistas" y "piccinistas"; en cambio, recibió un fuerte golpe con la muerte de su madre, el 3 de julio de 1778, que le causó una penosa postración: lleno de amargura regresó a Salzburgo, donde se entregó al desempeño de las tareas de su cargo, añadiendo en 1779, las de organista de la corte. Su ópera "Idomeneo, rey de Creta", compuesta en 1780, por encargo del elector de Baviera, obtuvo un gran éxito.

.

En 1781, alejándose de Salzburgo, fijo su residencia en Viena, donde contrajo matrimonio con Constanza Weber, hermana de Aloysia. A partir de entonces la vida de Mozart toma un aspecto particular: ama a su esposa entrañablemente; ella soportó calladamente los infortunios y estrecheces de su vida conyugal; pero, desafortunadamente, no poseía los alcances suficientes para impulsar a su marido como correspondía a su genio; él poseía una alegría espontánea y fragante que hacía que las gentes de quienes solicitaba ayuda no diesen crédito a las necesidades reales que les exponía; su nueva situación le hizo abandonar muchas ambiciones de triunfo y de gloria que pudo haber adquirido; las intrigas a las que se vio expuesto no le daban reposo; pero su alma generosa y bien dotada halló siempre el recurso optimista que evitó su derrota moral: si no tenía dinero para comprar leña para los crueles días de invierno, cantaba e invitaba a su mujer a bailar para calentarse; si el casero apremiaba, Mozart le endosaba como pago una de sus bellas composiciones que fueron, para su poseedor, una mina de oro superior a muchos años de alquiler de su inmueble.

.

El camino de Mozart fue llenándose de pequeñas tumbas de hijos que no lograban sobrevivir; en 1787 murió su padre; pero en esos momentos de penas, cuando las lágrimas de su esposa y las suyas propias ensombrecían los instantes de su existencia, la música fluía de su corazón y de su entendimiento como un bálsamo maravilloso: música en la que hay que saber apreciar, como entre líneas, toda la grandeza que encierra, pues, ya sea orando, suplicando, con tristeza o con dolor, tiene el pudor de no querer perturbar a nadie, para dejar a los hombres que disfruten de los dones de Dios: de la vida y de la alegría de vivir: ¡Música que, como un lago tranquilo de hondas profundidades, sólo pueden comprenderla y gozarla en toda su amplitud las almas elevadas!

0 comentarios